La rampa no es la solución | Noviembre 2013

a-saltos

Hemos recibido algunas opiniones amigas en el sentido de que la Rampa portátil plantea una falsa solución al problema de la accesibilidad.

Para unos supone una solución demasiado personal, ya que solo resuelve el acceso para una o pocas personas y a un sitio en particular.

Para otros su uso depende demasiado de las posibilidades que ofrezcan las circunstancias en que nos encontremos al tener que utilizarlas, esto es: la disponibilidad de un otro para ayudarnos, un obstáculo que no agregue más inconvenientes que los previstos, etc.

En casi todas estas opiniones está presente el hecho de que, tal cual la utilizamos, la rampa es una especie de claudicación ante la siempre imperiosa necesidad de reivindicar una ciudad, un equipamiento público, una vida urbana accesible y para todas. Desde esta posición lo correcto sería evidenciar y denunciar la falta y no tanto hacerse cargo de ella.

Este debate comenzó siendo muy interesante en algunos post personales en las redes sociales, pero, como casi todo lo que sucede en Facebook, tuvo poco recorrido.

Llevamos tiempo pensando en todo aquello que la rampa supone. Junto a los problemas técnicos (peso, costos, materiales, medidas, modos de manipular), se despliegan otros más conceptuales (la rampa ¿es un artefacto de asalto, una infraestructura, una tecnología subjetiva, una estrategia?).

A veces, al enredarse unos términos con otros, podemos utilizar la rampa como una herramienta de intervención, una forma de implicación, de compromiso, un puente para relacionarse con otros…

Con ello no pretendemos resolver el problema de la accesibilidad universal.

Tampoco buscamos un resultado final, sino activar unas posibilidades de relación con el entorno. La Rampa desplaza el problema al responsable del entorno, el problema se traslada al sitio, lo tiene el local, el espacio y ahí comienza el vínculo, con toda su dificultad de resolución: la Rampa no soluciona, al contrario, despliega el problema, haciéndolo evidente, tangible, dimensionable.

Y entendemos que es en el ejercicio de la libertad de acceder a un sitio que el uso de la Rampa adquiere su sentido.

Liberador tanto puede ser la lucha por una legislación que tenga en la accesibilidad su eje principal, como “darnos” el acceso efectivo e inoportuno con los propios medios.

No es el objeto en sí mismo el que libera, sino el mismo ejercicio de la libertad, y no son las leyes -como la experiencia nos ha enseñado sobradamente las que la garantizan y sancionan, sino su ejercicio efectivo.

A propósito, nos gusta mucho esta respuesta que Michel Foucault da en una entrevista, hablando de arquitectura:

Rabinow: ¿Algunos proyectos arquitectónicos, pasados o presentes, representan a su juicio fuerzas de liberación o de resistencia?

Foucault: No creo en la existencia de algo que sea, en términos funcionales, radicalmente liberador. La libertad es una práctica. En consecuencia, siempre puede haber, de hecho, una serie de proyectos que apunten a modificar algunas coacciones, a flexibilizarlas e incluso a romperlas, pero ninguno de esos proyectos puede, en virtud de su mera naturaleza, garantizar que la gente ha de ser automáticamente libre; la libertad de los hombres nunca es asegurada por las instituciones y las leyes, que tienen por función garantizarlas. Esa es la razón por la que se puede, en los hechos, eludir la mayor parte de dichas leyes e instituciones.

[…] Creo que nunca corresponde a la estructura de las cosas garantizar el ejercicio de la libertad. La garantía de la libertad es la libertad.

Espacio, saber y poder. Entrevista con Paul Rabinow (1982)

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One Response to “La rampa no es la solución | Noviembre 2013”
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  1. […] Sin embargo, más allá de estas luchas, lo que quedó patente en la Primavera Cacharrera (tal y como ha venido produciéndose en diferentes lugares y en los últimos años) era que más que a una pelea entre David y Goliat, estábamos ante algo que bien pudiera pensarse “en paralelo” al CATÁLOGO. O, si acaso, como un modo de abrir ese CATÁLOGO, de pluralizarlo, de generar alternativas no pensadas… con todas las ampollas que levanta para colectivos como el de las personas con diversidad funcional el acabar haciéndose cargo de competencias que estiman tendrían que estar garantizadas por derecho (véase, por ejemplo, la polémica en torno a la rampa portátil de “En torno a la silla”). […]



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